Mirar publicidad hace parte de un comportamiento que es natural en los redactores, en cierta medida eso está bien, pero cuando abusamos de esto y todas nuestras referencias se vuelcan hacia la publicidad, empezamos a tener conceptos, ideas y ejecuciones que al final se van a terminar pareciendo a algo que ya se hizo.
Así como los gráficos tienen herramientas para trabajar como After, Photoshop o Illustrator, considero algo que es obvio, los libros le dan al redactor un montón de insumos que después le van a servir para crear (manifiestos, racionales, blogs, artículos, guiones, conceptos, titulares, etc.); pero esa materia prima hay que organizarla.
A medida que voy leyendo libros voy dejando sobre ellos un rastro de Post-it que me ayudan a marcar cosas importantes.
Aquí les comparto un método de lectura que uso, el cual me ha ayudado a tener recursos en el momento que busco referencias para escribir.
Post-it amarillos: para destacar ideas.
Libro: Cómo ser una Máquina / Mark O´ Connell.
¨Miguel Nicolelis (…) Brasileño (…) Estaba en Lausana para dar una conferencia sobre un exoesqueleto robótico controlado por el cerebro que había desarrollado, y que había permitido a un hombre tetrapléjico hacer el saque de honor en la ceremonia inaugural del Mundial de Fútbol de 2014 en Sâo Paulo¨.
Post-it naranjas: para destacar conceptos.
Libro: La Mujer Invisible / Caroline Criado Perez.
¨Las mujeres no somos hombres a escala reducida¨
Post-it morados: para destacar reflexiones
Libro: Mágico, sombrío, impenetrable / Joyce Carol Oates.
¨Cuanto más éxito tiene un hijo, menos lo ves. Sus padres se enorgullecían de eso, con una especie de satisfacción a regañadientes¨
Post-it azules: para destacar textos que producen imágenes.
Libro: Hijos de la medianoche / Salman Rushdie
¨Las manecillas del reloj juntaron sus palmas en respetuoso saludo cuando yo llegué¨.
Post-it verdes: para destacar datos interesantes.
Libro: La parte inventada/ Rodrigo Fresán
¨Cuatrocientos treinta músculos es lo que necesita una sonrisa para encenderse mientras que, para el prólogo del enojo o de la tristeza, para fruncir el ceño, se activan nada más que treinta y cuatro músculos. Las matemáticas no mienten y son exactas: cuesta más trabajo ser feliz que infeliz¨.